Te juro que no es verdad. Que no me importa una mierda que
te hayas marchado sin decir adiós. Que no se me ha quedado atragantado entre
las cuerdas vocales un “no te vayas”.
Te prometo que cada noche no recuerdo las veces en que nos
mordíamos las ganas sobre tu edredón, porque teníamos demasiada pasión entre
los dedos como para entretenernos abriendo las sábanas. Ya nos abríamos nosotros.
Te juro que no me siento desarropada sin que me abraces por
la espalda. Que mis manos aún saben navegar aunque no sea por tus lunares. Que
a mi carmín no le importa que ya no me lo quites a lengüetazos.
Te prometo que cuando salgo a correr ya no pienso en ti. Que no busco 212 maneras
de pedirte perdón por las omisiones y explicarte que aunque no te necesito,
elijo mi vida cuando es junto a ti.
Te juro que aún no sé dónde guardarme los tequieros, pues
mis bolsillos están repletos ya de tantas decepciones. Quería
escribírtelos uno a uno en un papel, y
cada mañana dejártelos en la almohada para que cuando te fueras a trabajar, lo
hicieras siempre con una sonrisa.
Te prometo que no echo de menos tu mirada, ni tus manos, ni
tus caricias. Ni nuestras conversaciones trascendentales sobre la muerte o la
sociedad, o cómo sentíamos que nuestros besos eran capaces de salvar al mundo.
Enfin. Te juro que a veces miento. Pero que no estoy loca. Aunque sé que no
existes, y que en ocasiones te invento.
Chica Salada
No hay comentarios:
Publicar un comentario