La luz, que ilumina la vida. La que pasa por las hojas de
los árboles, se abre paso por mis gafas
oscuras y me deslumbra, me recuerda que hoy he vuelto a despertar, que
el gran reloj que todo lo controla se ha vuelto a poner en marcha para dejarnos
vivir un día más, sin más pretensión que vernos disfrutar. Que vernos reir. Que
vernos llorar. Que vernos vivir nuestras vidas como si no supiésemos que pueden
acabar.
Necesito ver a alguien y poderle abrazar. Tumbarme en la
hierba fresca y sentir su caricia bajo mi piel, sonreír al día y que me
devuelva su sonrisa con el cántico de un colibrí, con el movimiento de las
hojas de los árboles, o con la caricia de un pequeño soplo de aire cual si
fuera un suspiro.
Quiero ver a las personas que
quiero y recordarles cuánta falta me hacen. Cuánto les echo de menos. Cuánto me
alegro de que el destino me haya hecho cometer
los errores q me han hecho cruzarme en su camino. Y cómo valoro aquellos que me han dado la mano desde el comienzo, desde el inicio. Cómo moriría si me faltasen.
Quiero besar. Quiero abrazar. Y que
me abracen tan fuerte que parezca que me van a aplastar. Quiero inspirar y
coger tanto aire que mis pulmones estén a punto de estallar. Y soltarlo
lentamente. Y volver a respirar.