A veces me sorprendo y huyo.
Huyo del compromiso.
De las etiquetas.
De los formalismos,
de los planes irrealizables.
De las utopías mentidas.
Huyo de la ajena posibilidad
De poder enamorarme.
Pero llegaste
Como el soplo de aire fresco
que eriza la piel.
Que quema por dentro,
Que construye un abrazo cada
noche
Y destiñe el
negro de mis miedos.
El soplo de aire que me enseña
que puedo dejar de aferrarme
A los clavos ardiendo.
Que con una coraza menos dura
También se puede vivir.
Eres el soplo de aire
Que me hace no querer huir.
Que me empuja a estrellarme
Contra los esquemas
con que me costó identificarme.
Que con un gesto amable
Devuelve la sonrisa a la
desesperanza
y arropa de confianza
Los hundimientos del corazón.
Eres el soplo de aire
que me hace querer besarte
En cada rincón de la ciudad.
Pobres las esquinas y soportales,
Que alguien le diga al sol
lo que es arder de verdad.
Que volví a encontrarme
con la ternura en tus pupilas
Y la ilusión abrió la puerta
Después de cada orgasmo
Porque el sexo redefinió su
nombre
Por la palabra libertad.
Eres aquel que quiero
compartir con mis amigos,
Con quien deseo desnudarme
y no sólo en la piel.
Haces que los planes
de veinticuatro horas queden
cortos
porque no hay mayor naturaleza
que la de estar callados
y decirnos todo.
Y es que me haces
querer saltar al abismo
Si es de tu mano,
Porque reir tiene otro
significado
Y no hacen falta capas
Para poder volar.
Eres el abrazo
del que no deseo huir.
Eres el beso
donde me quiero quedar.
Chica_Salada
Sofía Reguillos