Quizá
algún día aprendamos todas esas cosas que no estaban escritas en los libros de
Primaria. Y que se les olvidó mencionar a los profesores de la ESO porque no
era demasiado importante en ese momento, tal vez. Quizá aprendamos a pensar, y
a no ser borregos en una sociedad que nos adoctrina y nos hace ir por el camino
de lo fácil, y nos hacen llevarla a donde quieren los de arriba.
Quizá
algún día aprendamos que lo importante no son las metas, sino el camino. Que
los objetivos que marcamos pierden relevancia si en el proceso no nos encontramos
a nosotros mismos. Y si no lo disfrutamos. Quizá algún día sepamos dar
importancia a lo que verdaderamente la
tiene. Miremos atrás y veamos que aquel gran problema fue sólo un bache.
Aquella desilusión, un aprendizaje y una lección que nos dio la vida. Que en
ese momento quizá no vimos. Y quien
sabe, quizá mirándolo hacia atrás aprendamos.
Quizá
algún día sepamos valorar a esas personas que dijeron que estarían siempre y se
fueron yendo casi sin darnos cuenta. Y aquellas que, sin decir nada, llevan a
nuestro lado gran parte del recorrido. Quizá algún día comprendamos que nos
define más lo que hacemos que lo que decimos. Que las palabras se dicen solas
si son de verdad. Y que a veces una mirada, o un abrazo, o una sonrisa, dicen
mucho más que cualquier letra del abecedario.
Quizá algún día aprendamos que un hecho aislado no nos describe, que los errores no se borran pero pueden subsanarse con el tiempo, que las mentiras se descubren y que lo malo no siempre supera a lo bueno. Quizá
algún día dejemos de inferir 500 segundas explicaciones a una misma situación o
comportamiento. Que las cosas son más fáciles y somos nosotros quienes las
complicamos: Quien busca, encuentra. Y quien no busca, quizá es que no tiene
intención de encontrar.
Quizá
algún día aprendamos de verdad a valorarnos. A pedir lo que merecemos. A no
sobrepasarnos, pero no perder nuestros derechos. Quizá algún día sepamos
querernos como queremos que alguien nos quiera, y quien sabe, quizá logremos
hasta encontrar una verdadera pareja. No de esas de cuentos (que no existen)
pero sí de esas de verdad, que pone la vida en tu camino y con la que tienes
que aprender a caminar. Quizá algún día nos demos cuenta que tanto para el
amor, como para la amistad, el egoísmo hay que dejarlo a un lado, y que eso no
significa ser débil, sino poner corazón en lo que verdaderamente amamos.
Y quizá
algún día el corazón y la razón se den la mano. Porque eso significará que por
fin hemos aprendido algo.
Chica Salada