Y cuántos caminos rectos entre renglones torcidos. Y cuántos
sentimientos desquebrajados por
cuchillos no afilados que nos empeñamos en afilar. Y cuántas veces nos
mentimos.
Cuántas heridas sin
nombre, habitaciones entreabiertas que dejamos sin cerrojo. Puertas sin
cerrar. Cuántos gritos sin palabras,
cuántos discursos sin mensaje, cuántas veces observamos sin mirar.
Que cuando sólo queda el miedo que se esconde en tu mirada,
ya no hay espejos que valgan. No hay rostros que encierren lo que han ocultado
este invierno, tus fantasmas. Fríos y sin abrigo. Lágrimas deseando saltar. Abismos preestablecidos.
No puedo verte así, perdido. Sin rumbo y sin norte. Déjame
ser la parada en tu camino. El banco que te reconforte. No hay caretas a lo "V de Vendetta" que
disimulen (al menos no para mí) tus pasos decaídos. Déjame ser el viento que
grite tu nombre, cuando sientas que ya nada tiene sentido. Déjame que sea la
palabra de ánimo y el abrazo que te de cobijo. Pierde el miedo y salta al
vacío. Quítate el traje orgulloso de los sentimientos fríos.
Déjame ser todo eso
que necesitamos. Que necesitas. Porque yo también te necesito.
Chica Salada