Ella miró hacia la cuesta y suspiró. Supo que le iba a
costar subirla. El resto corrió cual almas que lleva el demonio, y pronto se
encontraron arriba. Ella, no. A duras penas conseguía seguir para adelante, le
faltaba el aire y se ahogaba. Por un momento creyó que su cabeza iba a
estallar. “¿será la falta de oxígeno?”, le dio igual. Siguió subiendo. Cuando
llegó, jadeante, no se lo pensó y se tiró en el suelo. Aún sentía la presión en
la cabeza y en el pecho “por Dios que se pase pronto”, pensó. Poco a poco se
fue pasando.
Empezaron a hacer la lumbre. Habían preparado carne para
hacer barbacoa. La verdad es que le apetecía un montón pasar ese día en la
montaña, aunque sabía que debía volver pronto a casa para hacer la fisioterapia
y los aerosoles. “Qué coñazo. En fin, es lo que toca. Seguro que si lo hubiera
hecho esta mañana no me habría ahogado tanto”.
Ayudó a sus amigos a preparar. Estaba feliz. Todos lo
notaban. Volvía a ser ella misma y a sonreir.
- Joder como has cambiado, de unos días atrás a aquí.
“Normal- pensó- estoy AQUÍ”. Disfrutar del momento presente
era una de las cosas que había aprendido en su día a día. Hacía unas semanas
había estado en el hospital, aislada, con tubos y vías por todas partes y a
penas sin poder moverse de la cama. “Ahora estoy al aire fresco, sin necesidad
de oxígeno para respirar, con mis amigos comiendo barbacoa sin que me duela la
tripa y sin preocuparme de nada más…. ¿qué más puedo pedir?”
Volvió a la realidad. Sus amigos habían empezado a discutir
sobre el trabajo y el empleo. Sobre si tendrían que marchar al extranjero o si
estaban en condiciones de pedir un crédito. El tabaco había subido y la marihuana era cada vez más difícil de conseguir... Ella se quedó perpleja, si solo
tenían 17 años. “Ufffff… me supera. Voy a dar una vuelta”. Los amigos que tenía, que padecían lo mismo que ella, no se preocupaban de esas cosas tan banales a esa edad. Vivían intensamente el presente, y eran bastante más maduros de lo que aparentaban ser... Cómo los quería, aunque estuvieran lejos.
Caminó por la montaña. Le gustaba sentir el aire fresco y la
naturaleza. Era tan puro. Recordaba como cuando era pequeña sus padres la
llevaban a aquellos lugares, para que corriera, jugara y saltara, se divirtiera
y riera, mientras ellos la observaban sonrientes viendo como su niña era feliz.
A penas le habían dado 5 años de vida y sin embargo iba creciendo por momentos,
sana, sin grandes baches... Era más de lo que podían pedir.
Suspiró. No hacía más de medio día que no los veía y casi
echaba en falta a sus padres, y a su hermano pequeño. No era dependencia
emocional, era un sano apego. Siempre le habían enseñado a ser responsable e
independiente: además ella adoraba serlo. Caminando, encontró un árbol donde le
encantaba subirse de pequeña “seguro que aún puedo”. Tosió un poco antes de
llegar a la rama robusta que hacía tiempo la soportaba, aún aguantaba su peso
(estaba bastante delgada en realidad). Vislumbró el parque desde allí, serena y
tranquila. Respiró hondo y sonrió. Una lágrima de emoción cayó por su mejilla.
Tosería, se cansaría y le faltaría el aire. Tendría
problemas con la comida, sufriría operaciones e ingresos varios, tendría
bajones anímicos y se cabrearía con el mundo varias veces al año durante su vida… Pero
siempre le quedaría aquel rincón de aire puro, donde descansar y coger fuerzas.
Siempre le quedaría su pensamiento de nunca tirar la toalla y luchar contra lo
que se contrapusiera. Le daba igual lo que viniera, ella iba a ser siempre fiel
a si misma, iba a jugar las cartas que le había tocado en la vida lo mejor que
sabía, y estaba convencida que, de alguna manera, ganaría. Porque fueran muchos
o pocos años lo que tuviera de existencia, de una manera u otra, iba a ser
feliz mientras pasara por esta vida.... La vida era un regalo y no estaba dispuesta a desperdiciarlo.
Y de alguna manera no cambiaba tener
Fibrosis Quística, puesto que le había hecho ser como era, pensar como pensaba,
amar como amaba, a la vida y a las personas. Y eso, no lo cambiaba por nada.
Porque tú respiras sin pensar, pero hay muchos niños, jóvenes y adultos que no piensan más que en respirar.
24 de Abril, día Nacional de la Fibrosis Quística.