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miércoles, 30 de octubre de 2013

Maltratada

Los surcos de sus arrugas sólo dejan ver la amargura de unos años que han vivido demasiado. Quizás, tal vez, han soportado algo excesivo. Quizás, sólo quizás, han ido más lejos de lo que podían haber aguantado.

Sólo sus pestañas intentan contener las lágrimas, que se abren paso, sin compasión, por su rostro decaído.  Cada poro de su piel, susceptible al fuego del dolor, se quema sin previo aviso. Y yo no sé qué hacer. Quise abrazarla, pero antes de poner mis manos en su espalda supe que de nada serviría lo que pudiera hacer. Había demasiado dolor en su mirada. Tanto que me quemó. Me quise desvanecer. Quise fundirme en sus lágrimas desgarradas.

No pude sentir su tacto, sólo eran heridas magulladas. ¿Qué había sido de la suavidad, del olor de su piel? Se había esfumado con los años. Aquella mujer que amé con toda mi alma era ahora la ínfima sombra de lo que fue. Su belleza había sido devastada. No sólo eso; la miraba… y ya no había nada.

No levantaba la mirada. Sólo estaba ahí, en silencio, cabizbaja. Recogida en el suelo en posición indefensa, humillada. Quise morir con ella. Aún respiraba y me miraba, pero en su rostro, se esfumaba la vida, sin que ella misma pudiese hacer nada. La sonrisa de su cara había dado paso a unos pómulos prominentes que la esqueletizaban. No irradiaban la energía que me enamoró. No emanaba la felicidad que ella un día me dio. Ya no estaba. Su cuerpo desvalido estaba en el suelo del piso, esperando a su verdugo, esperando a su captor.

Supe que no lo amaba, supe que hacía tiempo había dejado de ver al hombre del que un día se enamoró, con el que quiso para siempre, ser. Por el que sentía pasión. Pero eso se había acabado, él cambió, o quizás se dio cuenta ella después de cómo era su no amor. ¿Qué iba a hacer, si su vida era él? Me dio rabia que no se acordara de su vida anterior. Antes de todo el sufrimiento, los golpes y el horror. Fue feliz y bella. El sufrimiento la cambió. Pensó que ya no valía la pena. Confundió la costumbre con el amor.

Ahí estaba ella, tirada en el suelo del salón. Y de repente, como cada noche, él llegó.

Ahí estaba ella. Muriéndose en vida sin que yo pudiera parar el horror. Las imágenes martilleaban mi cabeza como un falso recuerdo que me insinuaba lo que la noche anterior pasó. Y ya no podía hacer nada. Ella ahora estaba delante de mí, en su ataúd marrón.

Él la mató. La mató mucho antes de que pudiera darse cuenta. Ojalá… hubiera podido darme cuenta yo.










Chica Salada

jueves, 24 de octubre de 2013

Comprendí

No quiero rimar, sólo escribir
Que la inspiración venga si le da la gana.
Ayer lloré y  hoy descubrí
Que el amor no llega si se reclama.

Él se marchó y yo me fui,
Noviembre llegó con un frío que helaba.
Él no volvió y comprendí
Que besos sinceros sólo llegan con el mar en calma.

Amantes y labios de carmín
No me dan lo que necesitaba,
Llegó Diciembre a Madrid
Con miradas que me desquebrajaban.

Bésame tú con frenesí,
Estos labios que me abrasan.
Hazme el amor como en París,
Haz que olvide los besos que me matan.



Chica Salada

miércoles, 23 de octubre de 2013

Anhelos

Podría decirte que aún guardo en el aire
el eco de tus susurros a nada y a nadie,
aún guardo en mis sábanas tu olor impregnante
aún busco por las calles la silueta de tu espalda.

No entiendo las metáforas de los bares
podría ser feliz, pero no me sale
porque desde hace meses no entiendo el arte,
en él no te encuentro. Me sabe a nada.

Y tenía tanto que contarte
en mi cama aún puedo recordarte.
Mis manos no pueden acariciarte.
Mis labios no pueden besar tu espalda.



Está ahora todo tan distante,
mi cuerpo anhela encontrar el alma.
Tan raro que se ha marchado, caminante...

Ansía tu llegada.





Chica Salada

lunes, 14 de octubre de 2013

Prostituta

Vende su cuerpo anhelando caricias en el alma,
buscando abrazos entre sábanas mojadas,
besos que en realidad...escuecen como llagas.

Amaneceres sin sol entre guerras de almohadas.
Noches de lluvia de estrellas, apagadas.
Buscando el amor donde sólo orgasmos y caricias regala.

Noches de incertidumbre entre humo y bonitas palabras,
emociones contenidas entre copas y guitarras.
Sentía la ciudad tan fría, añorando otras miradas.

Cada noche encuentra calor en otros brazos que la abrazan.
Podrá vender su cuerpo, sus caricias y su mirada
pero ella sabe, siente, que su corazón... pertenece a otra alma.



Chica Salada