Me desperté. Sobresaltada, temblorosa y sudando. Mi pulso
estaba desbocado y mi corazón a punto de enloquecer. Lo miré; aún dormía. Quise
abrazarle, pero no pude.
Lejos quedaban las noches de calor y ternura, noches en las que nos acompañaba
la luna y habíamos retado al amanecer y al sol. La noche era nuestra. Aunque no
hubiera sexo, aunque simplemente nos contemplásemos, en silencio, perdiéndonos
en los ojos del otro, en los labios, sinuosos y llenos de calor.
Lejos quedaban las miradas intrigantes y de improviso, entre
los transeúntes, entre los que no estaban
provistos de las toneladas que llevábamos nosotros de amor. Lejos estaban
nuestros paseos, nuestras bromas y nuestras risas. Nuestras tardes de café y
nuestras horas consumidas cuan minutos que se daban prisa.
Lejos estaban sus ojos claros, su pelo negro. Lejos las
palabras bonitas y de cariño. Los poemas y escritos.
Creímos que habíamos encontrado algo verdadero, de eso que
dura más allá del paso del tiempo. Pensamos que habíamos encontrado eso que
todo el mundo anhela. Creímos que éramos afortunados, elegidos.
Pensamos
ingenuamente que siempre estaríamos juntos, sumidos en un sentimiento que
duraría para siempre.
Pero todas esas risas y momentos fueron desapareciendo. La
pasión se fue alejando, dando paso a la rutina y al desazón. La tristeza y apatía se apoderó de lo que antes
inundaba el amor. O el sentimiento que nos embargó. Nos convertimos en extraños que antes eran
uno. En brazos desgarrados que antes eran incapaces de no dar abrazos. Las
preguntas quedaron sin respuesta, e incluso, sin pronunciar. La indecisión, se
apoderó y dio paso a la duda, las mentiras y al rencor.
Nada quedó de aquello que una vez fuimos. De lo que una vez
prometimos ante el mundo, la luna y el sol. De lo que proclamamos, lo que
soñamos despiertos y lo que nos autoinculcamos. Y finalmente, se acabó. Y
aunque echemos la vista atrás nunca encontraremos el camino que el destino
marcó. Se ha desvanecido. Se marchó.
Y ahora es solo un desconocido que duerme junto a mí. Y sé que no es la persona que inunda mi corazón, ya no hay cariño, ilusión o pasión. El "para siempre" se convirtió en "ya no".
Y yo me pregunto: ¿existe verdaderamente el amor?
Chica Salada