Cuántas hadas
han desaparecido en cuentos
que ya no existen.
Cuánto hielo
se ha colado en un corazón
que aún lucha por latir,
pese al dolor de asumir
que en la vida adulta
ya no quedan cuentos.
La desilusión vive en mis párpados caídos y las pestañas se han marchado cansadas de tantos deseos que no llegan.
Siempre lo mismo.
He rezado demasiado
Por llegar al punto medio exacto
entre el negro y el blanco,
y en nuestra paleta ya no quedan colores
y ya, no existe el gris.
Aún estoy anclada en mis miedos.
Nos empeñamos en jugar
a construir edificios
que no tienen cimientos,
Ojalá la realidad
no golpease tan fuerte.
Ojalá aún pudiera creer en los sueños.
Sigo siendo un hada vestida de verde
intentando hilar el sentido inconexo
entre que no me entiendes
y no te entiendo.
Y cómo duele saberse
en un callejón sin salida.
O huyo, o me doblego.
Y no quiero ninguna de las dos
versiones de este cuento.
Creí tus palabras y promesas
y solo veo a ciencia cierta
que duran muy poco los hechos.
Quizá la mejor versión de ti solo vive en mis pensamientos.
Cómo duele saber
Que las lágrimas pesan más
cuando no encuentran hogar
que les de sosiego
Soy un hada vestida de verde
Que quiere escribir el final de su cuento.