¡Bienvenid@s!

Gracias por dedicar un momento a pasear por estas letras.
Podéis seguirme también en:
Facebook: Besos que Saben a Sal
Instagram y Twitter: @Chica_Salada

¡Nos leemos!

sábado, 10 de marzo de 2018

NO SE EMPIEZA PEGANDO

No se empieza pegando.

Las mujeres no somos idiotas, no nos enamoramos de quien nos pega. Nos enamoramos de quien nos trata bien, nos hace sentir deseadas, protegidas. Al menos al principio.

Se empieza con un mal gesto. Una mirada de incomprensión y rechazo a algo que has dicho o hecho. Y te tienes que justificar, no querías que le sentara mal, joder. Y te pide perdón. Y volvéis a estar bien.

Después él habla mal de una amiga tuya, porque no te conviene, es muy fresca, tóxica. Te lo dice porque sólo piensa en ti. O unos celos por hablar con un amigo, o un ex. Porque tiene miedo de perderte. Y tú le entiendes, y le pides perdón. Y volvéis a estar bien.

Después le sigue una discusión. Porque no le coges enseguida el teléfono. Porque le has dejado en visto. Porque no tienes ganas de sexo. Porque pasas mucho tiempo con tus amigas, o con tu familia. No le dedicas el tiempo suficiente. Como si tu tiempo le perteneciera. Porque él solo quiere estar contigo y no lo valoras. Y cedes.

Después volvéis  a discutir. Porque ante algo que tú no estás de acuerdo, él  reacciona diciéndote una palabra más alta que otra. Le dices que tú mereces respeto. Y te pide perdón, porque es que se pone nervioso, no le entiendes y se altera, solo quiere tu bien. Y tú le perdonas. Y de nuevo, bien.

Y la gente lo ve. Y tú lo justificas. Y cada vez hay más discusiones, y buscas a tu gente para desahogarte y llorar sin ser juzgada. Y te consuelan, y te aconsejan, y te recomiendan que le dejes.

Pero él vuelve. Con una sorpresa, o un regalo. Te promete que va a cambiar porque solo quiere pasar su vida contigo. Y tú vuelves con él, con la esperanza de que al fin estéis bien. Y tus amigas y familiares lo ven, y se cansan.

Así que intentas hacer que funcione. Crees que puedes controlar sus enfados. Dejas de hablar con chicos. Te vistes sexy sólo con él. Dejas de quedar con tus amigas el finde. Te aísla. Pero quieres estar bien.

Y ante cualquier detalle, él vuelve enfadarse. Esta vez con un grito. Un puñetazo en la pared. Un empujón. Un insulto. Y tú dices que ha sido algo puntual. Que él no es así. Quieres autoconvencerte porque la disonancia cognitiva es demasiado fuerte.

Y tus amigos te dicen que le dejes.

Pero tú lo defiendes, finges y te invade la ansiedad. Lloras a escondidas. Te sientes atrapada en una relación dónde hay más momentos malos que buenos. Quieres volver al inicio. Quieres creer. Porque él siempre te engancha para creer.

Después él se enfada por haber hablado con alguien de vuestras intimidades. Puta. Sinvergüenza. Sin mí no eres nada. Nadie te va a querer. Y tú le crees. Y normalizas todo aquello que te ha dicho durante tanto tiempo, sintiéndote agradecida porque, de vez en cuando, haya un momento de sosiego.

Aún no han llegado los puñetazos. Pero solo estamos a un paso.

Esto, señores, es el círculo de la violencia de género. La escalada de violencia.

No duelen solo los golpes.

Saber identificar el inicio es salvavidas.

Comparte.


Sofía Reguillos