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lunes, 1 de diciembre de 2014

Reflexiones sobre un partido de futbol

Repugnante. Indignante. Intolerable. Repulsivo. Asqueroso. Faltan letras en el diccionario para describir el sentimiento que me produce el altercado producido ayer en las orillas del río Manzanares. Más teniendo en cuenta que ese día disfruté de mi primer partido de fútbol en el estadio Vicente Calderón. Que grité gol en vivo y en directo detrás de la portería, y me enfundé en una bufanda rojiblanca disfrutando del partido y de la compañía. Sin que tuviéramos ni la menor idea de lo que momentos antes había ocurrido. Sin que supiéramos que en ese mismo instante, un hombre se debatía entre la vida y la muerte por la arrogancia y crueldad de lo que a pocos metros de donde estábamos, había sucedido.
Ahora comprendo por qué los ultras del Depor gritaban "Asesinos", sin venir supuestamente a cuento. (Y a todos los considero igual de culpables, ojo)... Pero no les faltaba razón. Aunque los análogos de su equipo no son menos. Ni los radicales de ningún equipo. Ni los radicales de nada. Y así nos pasa. Que cuando nos falta la argumentación lógica y la racionalidad acudimos a la violencia verbal y, más lamentable, física. Como si fuera a solucionar algo. Como si cambiase lo que nos crispa. Y no.
Somos suficientemente humanos como para hablar de emociones, del calor de una afición, de sentir los colores... Pese a que el fútbol no sea mi fuerte, precisamente (existen más deportes además de darle patadas al balón,pero eso es harina de otro costal), pero el sentimiento de afición por un equipo no lo cuestiono. Puedes ser amante del deporte. Y es algo saludable, si se sabe cómo llevar (a dosis normales, como todo).
Pero no, no somos suficientemente humanos para no radicalizarnos. Para no llegar a la agresión por ideologías infundamentadas, porque, señoras y señores, GANE QUIEN GANE, TÚ NO GANAS NADA. El dinero del partido se los llevan ellos. A ti no te van a salvar la vida. No te van a dar de comer. No van a mejorar tu situación laboral ni te van a dar la felicidad eterna. Siento destrozar tus ilusiorias expectativas. Si crees que tu vida mejora sustancialmente dependiendo de qué equipo gana un partido, ESTÁS MUY EQUIVOCADO/A.
Para gustos, los colores. Yo soy la primera que se alegra y le gusta "picar" al rival. Pero hasta ahí. A los cinco minutos prefiero las risas y las cervezas fresquitas. No nos va la vida en ello. No soy más ni mejor por ser de un equipo "ganador" (que seguramente, perderá el próximo encuentro). SOMOS TONTOS. Lo somos. Mucho. Cuando radicalizamos (y aquí meto a los del Frente Atlético, a los Ultrasur, a los Bukaneros, a los del Sporting o los del Barsa. También a los radicales de ideologías políticas, los fanáticos religiosos... me da igual). Siento deciros que LA VIOLENCIA NO SOLUCIONA NADA.
NO eres más hombre por pegar a una mujer. NO llevas la razón por pegar a alguien con una barra de hierro en la cabeza. NO te hace más ni mejor padre pegar a tu hijo. Tu dignidad NO vale más que la mía ni tu vida vale más que la del hincha contrario. NO, NO, Y NO. Y si piensas esto, te quitas tú mismo la razón. Y te quitas tú mismo la dignidad, la credibilidad y el derecho a debatir, porque ni siquiera tienes argumentaciones fundamentadas.
Ninguna vida vale más que la de otro. 
Ni tus gustos o creencias son mejores que los de al lado.
Si alguien defiende esto, creo que la sociedad sencillamente se va cada vez más a la mierda. Y es una pena. Cada vez somos más animales y menos humanos.



Chica Salada 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Con un pintalabios rojo

Quizá he desaprovechado todo.
Quizá he perdido el tiempo,
y por más que exprese lo que siento
nada cambiará lo que hice en el pasado.
Quizá ya no hay vuelta atrás.
Y quizá, pese a que me duela, es tarde para reconocerlo.

Hubiera preferido verlo a tiempo,
Reirme, lucharlo, sufrirlo, conseguirlo. Hacer lo que debía haber hecho.
Y no ahora, cuando poco queda por hacer,
por volver a lo que fui sin más pretensión que recuperar lo que he perdido
y lo que no sé si recuperaré,
Ya no se puede.
los hechos del pasado ya se han ido.

Es triste pensar que las cosas se las lleva el tiempo. O el viento.
Más triste, si es tu vida la que está en medio
de esas cosas, de esos momento,
que se evaporan sin que te des cuenta,
por momentos,
sin que apenas los hayas disfrutado.
Sin que en ese instante supieras verlos.

Es triste mirarte en el espejo y no verte.
No reconocer el rostro que te mira, pesadumbrado,
después de mucho tiempo esperando
que no llegases a este lugar.

Y aquí estás,
sentada,
pintándote los labios con un carmín rojo que sabe a nada
esperando quizá que algo cambie
y dé un poco de color
a la perspectiva gris que ahora tienes sobre el futuro,
que el pasado era de otro tono,
pero poco a poco se vuelve oscuro, casi negro.
Lleno de una maraña de sentimientos nulos.

Y por más que piense (y pienso)
el carmín no cambia nada,
No ayuda a nada.
No varía ahora nada,
ni mis anhelos de modificar el pasado.
Porque lo que hice o no hice ya está hecho.

Es triste,
y a la vez fuente de aprendizaje
darte cuenta que el momento estuvo ahí.
que lo dejaste escapar.
que ya no hay nada que hacer.
Ni volver.
Ni huir.

Y que solo te queda el carmín de ese pintalabios rojo
para enfrentarte a los momentos que aún te quedan,
y que de alguna manera,
aunque estén escribiéndose (ahora mismo) en borrador,
alguna letra,
alguna palabra,
aún puedes cambiar.

Si es necesario, con pintalabios rojo.




Chica Salada

domingo, 14 de septiembre de 2014

Reflexiones en voz alta de buenas tardes

Quizá estudiar psicología me ha dado la potestad de darme cuenta de lo mal que estamos todos emocionalmente. El desajuste que hay entre nuestra mente y nuestro corazón. En serio; estamos fatal.

Todos tenemos heridas sin cicatrizar, y buscamos sin querer y a la vez salvajemente a alguien que tenga el antídoto contra nuestro dolor, alguien que nos salve de eso que ni siquiera nosotros estamos completamente seguros de querernos salvar. Amigos, familia, relaciones… Craso error.

Somos independientes. O eso aparentamos ser. En el fondo estamos cagados de miedo. Miedo a fracasar en los estudios. Miedo a tener un trabajo que no nos llene. Miedo a pagar las facturas. Miedo a no tener amistades sólidas. Miedo a no encontrar pareja. Miedo a no realizarnos como personas… Somos independientes, pero todo esto intentamos ocultarlo. ¿Pasa algo por reconocer que somos humanos?

Buscamos una media naranja que nos llene. Claro, es para lo que hemos venido, ¿no? Somos libres, pero dependientes de la búsqueda inestimable del amor. Y cometemos un error: Hipotecamos nuestra felicidad en manos de otro corazón a medio construir. Porque encontrar a otra persona con la que congeniar no es nada fácil, y nadie sabe lo que es tener que armarte de valor para confiar, para quitarte las espinitas, para luchar, con todo lo que tenemos a nuestra espalda... Pero ojo, el otro también lo tiene.

El amor no es proyectar expectativas insatisfechas sobre nuestra vida y experiencias pasadas. No es vender un saquito de miedos e inseguridades, ni querer correr una maratón contra el tiempo y empezar una casa con cimientos de cartón. No creo que ni el depender ni forzar, sean buena solución. Y es un error que a veces cometemos. Damos la llave a la otra persona de nuestras frustraciones, de nuestros deseos, y esperamos –porque es su obligación- que éstos sean satisfechos. Claro, firmó el contrato con sangre, ¿qué cabe esperar si no?

Buscamos desesperadamente una cama que entierre el recuerdo de la anterior. Como si no hubiéramos pasado buenos momentos también. O como si los malos nos definieran y sirvieran de guía determinista para cualquier otra historia posterior. Y hay que revertir eso urgentemente… Se nos olvida que cada persona es un mundo, y cada relación interpersonal –llámese amor o amistad-, un libro en blanco con las páginas aún por colorear. (Qué cursi me ha quedado).

Enfin… Que eso. Que nos olvidamos de nosotros mismos para volcar nuestros deseos de felicidad en otras cosas –y personas- y se nos olvida que la llave está en nuestro bolsillo. Y no podemos pretender que el resto hagan o piensen como a nosotros nos gustaría –porque claro, siempre llevamos la razón-. Cada uno somos un mundo, amigos, y existen tantas perspectivas de una situación como personas existen en la Tierra.

No forcemos.
No dependamos.
No impongamos
… Disfrutemos.

Dejemos ser y lo que tenga que ser, será. Llámese estudios, carrera profesional, amor o amistad.
Nadie tiene la solución de todo. No vivimos en un mundo dicotómico. Existe el gris. Y el color. No nos empeñemos, y sepamos verlo. 

Gracias por leerme ;)


Chica Salada

sábado, 6 de septiembre de 2014

Amistad

Es aprender a bailar esquivando las gotas de lluvia,
Poder llorar en un hombro y recoger una sonrisa.
Sentir un abrazo en tan solo una mirada.

Es quitarle la música a las pelis de terror,
Aprender a desvestir los miedos,
Y descoserte las heridas,
Es echarle un pulso al tiempo
Quitando la pila al reloj.

La amistad es un poco eso.
Y tú formas parte de ello.


Gracias.



Chica Salada

lunes, 1 de septiembre de 2014

Angustia

Angustia es no verte y echar de menos despertar a tu lado en el mismo colchón.
Angustia es querer robarte un beso y no tenerlo, es querer robar el tiempo, arrancar hasta el último segundo al reloj. Contigo. Angustia es soñar despierta imposibles, elegir el camino  dificil, pero no tenerle miedo si oigo tu voz. Angustia es saber que quererte es complicado, que somos tan chocantes que podriamos hacernos daño. Pero angustia es más saber que aún así, nos amamos. Y me dijeron una vez que lo imposible solo tarda un poco más. Y yo pienso tener todo el tiempo del mundo, si es contigo.

Chica Salada.

viernes, 22 de agosto de 2014

Echar de menos no entraba en el plan. Pero pasa.

Como quien carga el arma cuando se va. Cargas a tu espalda tus miedos y corazas.
No obstante, soñadora sigues el camino: La línea recta, estereotipada , el paso de cebra que te empeñas  en cruzar pisando sólo las líneas blancas. La creencia ilusoria de que eso te puede salvar de no pisar un corazón a medio construir, de  no indagar en heridas que no se quieren reabrir de nuevo.

Y pasa que no funciona. Que por más que te empeñes el sentimiento te golpea como una mina antipersona que estabas destinada a pisar. Y pasa que la razón se duerme, que el lóbulo prefrontal desconecta y manda el corazón. Y ahí estás perdida, amiga. Dejas de ser tú.  Pasas. De ser una persona cuerda y formal a la más auténtica chiquilla perdida, cual Alicia, buscando un conejo blanco entre los rascacielos de Manhattan, buscando un reloj en unos besos infinitos, buscando la razón en un torbellino de locura.  Y te encuentras, de repente, buscando la niña inocente que habías sido hace varios años ya, añorando alguien que pueda arreglar los rotos descosidos de tu  cansado corazón. Unas manos cuyas yemas sepan, aprendan, quieran, cariciarte las heridas, sellarte los miedos, rozarte el alma  y besar tu descontrol.

Pasa que te vuelves vulnerable. Que cierras los ojos y abres los brazos al sentimiento, a los sueños  y expectativas, a lo que creías haber estado esperando tanto tiempo.  Pasa que se descoloca tu mundo, tus esquemas, tus creencias. Que el orden se vuelve desorden y tu vida pierde los pilares que la sostenían. Cambian. Modifican su perspectiva. Ese huracán de sentimientos y sinrazones que te engancha. Y te hace adicta.

Y es que pasa él, y se abre tu respiración, y te llena la vida. Pasa su mirada, que quieres anclar a tus ojos esperando que no vuelva a alta mar. Pasan sus manos. Despertando los poros de tu alma, La ausencia perdida de las caricias en la mañana. Pasan sus buenos días. Las tostadas recién hechas. Los besos. Sus sonrisas... Pasan tus besos en su garganta. Pasan sus dedos por tus hombros, pasan los abrazos por la espalda.

Y pasa que a veces, pasan los miedos. Que la coraza se ablanda, y la pistola pierde balas. Y pasa. Pasan las agujas del reloj queriendo comerse el tiempo.

Y pasa... que no quiero que pases.
Que no quiero echarte de menos.



Chica Salada

jueves, 15 de mayo de 2014

Al despertarme

Besos con segundas intenciones pero sin segundas oportunidades. Únicos como las miradas que me susurran tequieros sin palabras mientras escribo tu espalda a besos al despertarme.

Te quiero a mi lado, y aún no sabes que el aroma de tu cuerpo es lo que necesito para emocionarme, para sentir de nuevo, para ilusionarme y  entregarte esa parte de mi que nunca supe descubrir a nadie. Que nunca quise regalar. Esa pieza,  recubierta de oro y cristal, preciada cual diamante, encerrada en la cámara acorazada de mis dudas. De mi más fuerte personalidad. De mis miedos y desaires.

Que la vertiginosa marea de mi mente frena cuando respiro tu mismo aire. Cuando mis sábanas saben a tu piel y mis manos pueden acariciarte. Que las dudas infinitas se convierten en nadie con tus abrazos. Con los besos impregnados del amor y la pasión  de los arañazos incesantes.

Y es que vuelvo a sonreir. Al sentir que rozan, vergonzosas, las tintas de nuestros tatuajes. Que las curvas de mi cuerpo se dibujan con las yemas de tus dedos que despiertan, insinuantes, mis pasiones y mis anhelos. Y no sabes lo que necesitaba eso.

Rescatas de mí lo que el tiempo ha tapado con rencor. Y mirarte es la llave para que mutuamente nuestras heridas sanen. Para que se apacigüen nuestros miedos y con besos pueda llegar de nuevo, a enamorarme.

Que esta carta podría decirse que es toda una declaración, de lo que mis miedos no me permitirán decirte, pero escribiré cada mañana en tu espalda con besos al despertarme.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Ella

Ella es la que dejó de creer en el amor
La que prefiere la magia  de un libro
A pasarse horas frente al espejo;
La que no quiere impresionar a nadie.

Ella es la que se baña con velas
Y baila salsa en el salón.
La que pinta de rojo sus labios.
La que tiene apagado el corazón.

Ella, la que lleva tatuada su vida
Sin agujas, con dolor.
La que con el ruido de sus tacones
despierta al sol
O a la luna, según se tercie.

Ella, sonmolienta
Pero siempre con pasión,
La que mira de reojo
Por el miedo a enamorarse,
La que irradia luz
Pero no se quita la chaqueta
Por miedo a desabrocharse.
Delante de alguien.
Delante de si misma.

Ella, la de tacones de aguja  
y dientes afilados. 
La que te muerde y te gusta. 
La que dice no sentir, 
pero siente demasiado. 


Ella
La de la sonrisa de niña. 
y corazón endurecido
La de la falda corta y orgullo largo. 
Y sentimiento a flor de piel.

Ella, la que no dice “Te quiero”
La que con media sonrisa dice “Tonto”,
La que observa y acaricia el alma
La que vuela al ras del suelo
La que hace sombra al sol.

La que quema, hiela, duele y ama
En el mismo beso.




Chica Salada

miércoles, 23 de abril de 2014

Día Nacional Fibrosis Quística 2014


Hoy es, como sabéis, el Día del Libro. Pero también es 4º Miércoles de Abril: Día Nacional contra la Fibrosis Quística.

Algunos no sabréis lo que es. Otros, demasiado. Para los que no lo conocéis, podría hablaros de miedo, de indecisión. De la sensación de indefensión que te acompaña a lo largo de la vida. De tristeza. De expectativas frustradas. De lágrimas y de tener que endurecerse con cada caída. De dolor físico y emocional… Pero ya sabéis, no me gusta recrearme en lo negativo, habiendo tantas cosas bonitas de las que hablar.

Prefiero en este día recordar valores como la amistad o el amor. Sentimientos que esta vida nos ha enseñado a valorar muchísimo más. Prefiero hablar del vivir cada momento de la vida cual último de nuestra existencia. Hablaros de saborear cada mañana y contemplar cada atardecer. Y dar las gracias. Prefiero hablaros de sonrisas, y de risas que se escapan casi por cualquier cosa. De los detalles que valoras cuando tantas personas los pasan por alto. Quiero hablaros de personas. De las que están, y de las que ya no nos acompañan. De la huella que deja cada ser humano en tu vida. De sacar la esencia de cada relación interpersonal, de cómo guardas los recuerdos en el corazón. Prefiero hablaros de altruismo y la generosidad, porque sabes perfectamente lo que cuestan algunas cosas. Prefiero hablaros de las ganas de superarse a uno mismo, de seguir adelante aunque entren ganas de tirar la toalla.


Y quisiera dar  las gracias, en especial a dos personas. Ellos saben quiénes son. Ahora los tengo lejos pero cada vez más cerca. Y en extensión, a 3. Mi otra mitad.

Y dar las gracias a los que acompañan, a los que luchan por una calidad de vida digna para los que han tenido la “suerte” de conocer la fq.

Y bueno, pues eso, a sonreir todo el mundo, ¡que un día sin sonrisas es un día perdido!





23-Abril-2014
Sofía Reguillos.

domingo, 20 de abril de 2014

Aún llegan postales

Aún llegan postales procedentes de una guerra que acabó hace tiempo. Llegan desde la trinchera del olvido, desde los escombros de lo que juntos, una vez construimos.

Aún llegan postales que anuncian el sonido atronador de las bombas, y la destrucción teñida de desolación y castigo. Y yo oigo el estruendo. Y me tapo los oídos.

Aún llegan postales escritas con la tinta de lo que una vez fuimos. Emborronadas con la sangre y el sudor que apostamos en algo que ya no existe, que ya no es. Que está ya extinto.

Aún llegan postales con el olor a dinamita que se quedó impregnada en mi piel. En mis sábanas. En los jirones de ropa que utilizamos para taparnos las heridas. Torniquetes para que no dolieran. Para no sentir el desabrigo.

Aún llegan postales sin firmar. Con tu nombre grabado en los besos, en los labios. En el carmín que ocultaba tu silencio perdido, esperando, a la retaguardia, besando sin besar. Anunciando lo que aún no estaba escrito.

Aun quedan postales solitarias, que llegan cabizbajas, una a una. Obligándome a recordar. Martilleando mis memorias con la esencia de tu calor enemigo, que en este tiempo de guerra tanto anhelo y necesito.


Y aún espero yo, soldado, postales con buenas nuevas. Y aunque la guerra ha acabado y aunque no vuelvas, aquí estoy yo, aún, esperando en tu trinchera. Sintiéndome cada vez menos vivo. 


Chica Salada

viernes, 18 de abril de 2014

Lluvias y Paraguas

Entre borracheras y resacas. Entre humos y cervezas.  Entre los bares y acordes de guitarras...  Se escapa el tiempo entre las yemas de mis dedos.

Y como los escaparates mojados por las gotas de la lluvia, mis anhelos, como yo ahora, sin paraguas.  Empapados, sin bailar míticamente la canción que suena en mis oídos emborronada. Dejándose ser. Queriendo ser. Sueños e ilusiones que se ven gris en un día soleado.

Indecisión, la llaman. Cuerda floja. Trasbordo de trenes que no frenan, que  no esperan… y son viajes largos.  Cruces de vías. Puntos de inflexión en la vida que tampoco tiene mucha intención de esperar a que te decidas.  Intersección  de ideas contrapuestas, expectativas discordantes y de nuevo, anhelos. Sueños grises con ganas de colorearse.

Sentimientos y razones. Contraposiciones. Debates con uno mismo y con el exterior. ¿Y qué hago yo? Si no se qué hacer con mi vida. Con mis pasos, que se dirigen a un callejón que parece sin salida. O no. Y de nuevo, cruces. Y trenes.  Caminos que no sabes si atravesar o no.

Decisión, la llaman. Echar un pie adelante.  Y otro más. Cruzar. Decidir. Coger el tren. Que no sé si volverá a pasar.  Aprovechar el momento. La ocasión.  Desafiar al Destino.  Querer ser.  Control.



Coger un paraguas. 

Chica Salada

viernes, 21 de marzo de 2014

Quizá aprendamos

Quizá algún día aprendamos todas esas cosas que no estaban escritas en los libros de Primaria. Y que se les olvidó mencionar a los profesores de la ESO porque no era demasiado importante en ese momento, tal vez. Quizá aprendamos a pensar, y a no ser borregos en una sociedad que nos adoctrina y nos hace ir por el camino de lo fácil, y nos hacen llevarla a donde quieren los de arriba.

Quizá algún día aprendamos que lo importante no son las metas, sino el camino. Que los objetivos que marcamos pierden relevancia si en el proceso no nos encontramos a nosotros mismos. Y si no lo disfrutamos. Quizá algún día sepamos dar importancia a lo que verdaderamente  la tiene. Miremos atrás y veamos que aquel gran problema fue sólo un bache. Aquella desilusión, un aprendizaje y una lección que nos dio la vida. Que en ese momento quizá no vimos.  Y quien sabe, quizá mirándolo hacia atrás aprendamos.

Quizá algún día sepamos valorar a esas personas que dijeron que estarían siempre y se fueron yendo casi sin darnos cuenta. Y aquellas que, sin decir nada, llevan a nuestro lado gran parte del recorrido. Quizá algún día comprendamos que nos define más lo que hacemos que lo que decimos. Que las palabras se dicen solas si son de verdad. Y que a veces una mirada, o un abrazo, o una sonrisa, dicen mucho más que cualquier letra del abecedario.

Quizá algún día aprendamos que un hecho aislado no nos describe, que los errores no se borran pero pueden subsanarse con el tiempo, que las mentiras se descubren y que lo malo no siempre supera a lo bueno. Quizá algún día dejemos de inferir 500 segundas explicaciones a una misma situación o comportamiento. Que las cosas son más fáciles y somos nosotros quienes las complicamos: Quien busca, encuentra. Y quien no busca, quizá es que no tiene intención de encontrar. 

Quizá algún día aprendamos de verdad a valorarnos. A pedir lo que merecemos. A no sobrepasarnos, pero no perder nuestros derechos. Quizá algún día sepamos querernos como queremos que alguien nos quiera, y quien sabe, quizá logremos hasta encontrar una verdadera pareja. No de esas de cuentos (que no existen) pero sí de esas de verdad, que pone la vida en tu camino y con la que tienes que aprender a caminar. Quizá algún día nos demos cuenta que tanto para el amor, como para la amistad, el egoísmo hay que dejarlo a un lado, y que eso no significa ser débil, sino poner corazón en lo que verdaderamente amamos.


Y quizá algún día el corazón y la razón se den la mano. Porque eso significará que por fin hemos aprendido algo.


Chica Salada

miércoles, 12 de marzo de 2014

Quiero

Quiero enamorarme de tus miedos, no de esa sombra que proyectas en el espejo. Quiero que apartes tus virtudes y que me enseñes tu verdadero reflejo. Más allá de tu ego. Más allá de tu Yo.

Quiero  besarte cada vez que estés triste. Y abrazarte, como hace mucho tiempo no abrazo a nadie. Eso quiero. Quiero sentirte cerca aunque estés lejos. Y pensarte con una sonrisa y no con una lágrima al fondo de mi cristalino aferrándose por no saltar. Es muy simple lo que quiero.

Quiero que me mires y olvides otros nombres, que me beses y no recuerdes otras bocas. Quiero que mis sábanas apaguen el olor de anteriores historias. Que tu mirada, sin palabras, me susurre canciones al oído. Y que no haga falta nada más.

Quiero imborrables tardes en el parque, interminables atardeceres frente al mar. Quiero que me beses y tu sonrisa sea imposible de borrar, ni por el más oscuro humo de tu cigarro. Quiero observarte sin decirte nada. Y decirte todo sólo con mi calor cada mañana.

Quiero mirar tus ojos y contemplar tu corazón. Que me des la llave del inquebrantable camino de tus secretos, de tus alegrías, de tu más recóndita emoción. Quiero nada y todo en el mismo cielo, si es contigo. Darte la mano y regalarte mi interior.

No es amor lo que siento, creo.
Sólo quiero todo de ti, todo contigo.

Sólo “Te” quiero.


                               Chica Salada

jueves, 6 de febrero de 2014

Renglones torcidos

Y cuántos caminos rectos entre renglones torcidos. Y cuántos sentimientos desquebrajados  por cuchillos no afilados que nos empeñamos en afilar. Y cuántas veces nos mentimos.

 Cuántas heridas sin nombre, habitaciones entreabiertas que dejamos sin cerrojo. Puertas sin cerrar.  Cuántos gritos sin palabras, cuántos discursos sin mensaje, cuántas veces observamos sin mirar.

Que cuando sólo queda el miedo que se esconde en tu mirada, ya no hay espejos que valgan. No hay rostros que encierren lo que han ocultado este invierno, tus fantasmas. Fríos y sin abrigo.  Lágrimas deseando saltar.  Abismos preestablecidos.

No puedo verte así, perdido. Sin rumbo y sin norte. Déjame ser la parada en tu camino. El banco que te reconforte.  No hay caretas a lo "V de Vendetta" que disimulen (al menos no para mí) tus pasos decaídos. Déjame ser el viento que grite tu nombre, cuando sientas que ya nada tiene sentido. Déjame que sea la palabra de ánimo y el abrazo que te de cobijo. Pierde el miedo y salta al vacío. Quítate el traje orgulloso de los sentimientos fríos.


 Déjame ser todo eso que necesitamos. Que necesitas. Porque yo también te necesito. 



Chica Salada

jueves, 23 de enero de 2014

Salomé

Sabes que me gusta hacerte de rabiar. ¿Qué clase de hermana  mayor sería si no?  Me espero al último momento para mandarte mi dedicatoria. Para que leas en unas cuantas líneas todo lo que llevo guardado de ti en el corazón. (Miento, no todo, eso no se puede plasmar en ningún sitio material)

Hoy ha sido un día raro al no poder despertarte de la cama con un  “¡¡¡FELICIDADES!!!”  y tirarme a ti  y romperte a besos. De esos pegajosos  que tanto odias cuando estamos juntas. Pero que echas de menos aunque no lo reconozcas.

Que hoy ha sido un día raro. Porque cada una estamos inmersas en nuestras cosas. Forjando nuestras cortas (y no tan cortas) vidas, una lejos de la otra. Pero en el corazón de cada una.

Yo, buscándome un futuro en Madrid. Cuando nadie me lo iba a decir. Y tú, cumpliendo 17. Cuando hace nada te enfadabas por muñecas, cuando aún tengo marcado tu recuerdo viendo los teletubbies antes de ir a la guarde. Y ya casi mayor de edad. Casi.

Creo que no tendré vidas enteras para darte las gracias. Porque eres mi hermana pequeña, de la que he cuidado y a la que consuelo. A la que abrazo y a la que aconsejo. Pero también eres mi hermana pequeña, la que me cuida y me abraza cuando necesito me quedo sin aliento. Con la que he llorado y la que me ha animado como poca gente ha sabido hacerlo.

Tengo marcados a fuego ciertos momentos en los que  un abrazo nuestro ha valido por más de 1000 palabras.  Cuando volviste de Galicia.  Hace un año en el Hospital.  En el tanatorio por el abuelo…. Podría citar y recordar miles de momentos en los que tu simple presencia ha apaciguado mi desconsuelo. Tenerte cerca y abrazarte es como abrazar a mi otro yo, mi otra mitad. Y ese sentimiento es imposible de reemplazar.

Eres mi hermana pequeña, en edad. Pero eres mucho más madura de lo que podría nadie apreciar (no te lo creas!).  Eres consciente de muchas cosas difíciles de ver en la adolescencia. Difíciles de vivir día a día. Y tú no solo las vives, si no que las superas. Creces y sonríes y eres consciente  y  te haces cargo de lo que  llegue. Y eso te hace grande, muy grande.

Y por eso te miro y no veo a mi hermana pequeña. Veo a algo así como otro yo, una Sofía paralela, llamada Salomé. Porque somos tan parecidas, tan inseparables, con tanto amor entre nosotras, tan únicas… (No me extraña que la gente nos confunda).

Y sólo quiero que sepas que te adoro. Y que pese a los enfados y los ataques de ira, las palabras hirientes y a que sigamos enfadándonos como niñas… Te quiero más que a mi misma. Y no lo digo por decir. Quiero con toda mi alma que seas feliz, que consigas lo que te propongas y que te cuiden de verdad, como te mereces. Y se me llenan los ojos de lágrimas al pensar en ti, dentro de unos años. Con tu carrera, tu pareja y tu vida hecha, con tus proyectos y tus metas. Y solo quiero que sepas, que SIEMPRE, lejos o cerca, en lo fácil o en lo difícil, con más o menos fuerza…. SIEMPRE, SIEMPRE ESTARÉ AQUÍ.

Eres mi otra mitad. NUNCA LO OLVIDES.


TE QUIERO.














Sofía Reguillos.

martes, 21 de enero de 2014

Carta a quien pueda entenderlo

Me das miedo.
No puedo negarlo: Miedo. Como quien se adentra en un túnel oscuro sin ver la salida al fondo. Sin saber si llegará a buen puerto o morirá en el intento. Solo.

Miedo. Esa es la emoción básica que me fermentas; te metes en mis entrañas y desde dentro me haces sentirme histérica. Sin confianza, sin ilusión. Como diría Martin Seligman es el fenómeno de la indefensión aprendida la que hace que sienta ausencia de control. Eso es lo que nos regalas con una falsa sonrisa. Porque muchas veces ganas. Y nace la sombra de la frustración.

Miedo. Miedo a mirar atrás y no parecer la misma. Miedo a que mis ilusiones se quedasen en el arcén y las borraran el asfalto y la arcilla, miedo a que el camino haya hecho mella en mis pies.  Miedo a no reconocer en mis ojos el brillo de la niñez, de la inocencia y de la pasión por la vida. Miedo a mirarme al espejo y contemplar a alguien que mira sin saber ver.

Miedo. A mirar al futuro  y no verme. A que en mi corazón no haya hueco para más cicatrices, que mi alma ya se haya desquebrajado y cual Dorian Grey mi retrato muestre el paso de los años. Y de la oscuridad interior. Miedo a perder mi esencia. A perder mi verdadero yo.

Miedo, porque eres mi compañera, que no mi amiga. Eres quien camina en mi día a día. Quien a veces me quita tanto y me hace quedar en tablas en mitad de la partida. El foco de penumbra que me oculta el sol. Pero eres no obstante quien me hace ser yo, quien me ha hecho aprender a resistir con valentía.  

Miedo porque eres mi compañera, que no mi amiga.  Y no puedo permitirte que te adueñes de mi corazón. Pero no sé tampoco si te quiero lejos del todo. Porque por ti he sabido percibir las cosas con otro color. Saborear los instantes.  Tener por bandera al amor. Buscar lo grande en lo pequeño…  Aprender a encontrar en el crepúsculo, la ilusión.

Y  no sé cuánto me darás de tregua. Y me da miedo. Mucho miedo. Pero me resisto a ello y te aparto y sigo, y lucho por mis sueños.  Por lo que busca mi inquietud y necesitan mis anhelos. Que si algo me has enseñado es el aquí, el ahora, el no desperdiciar ni un segundo de la vida, no tirar a la basura ningún momento. Porque he aprendido a vivir como si mañana estuviéramos muertos. O como si fuésemos eternos.

Que no quiero tenerte miedo.  Serás siempre mi compañera, aunque no mi amiga, pero vivirás conmigo mis altibajos. Por ti caeré y tocaré fondo, pero por ti saborearé íntegro el momento más álgido de felicidad.  Y se mezclarán en mi vida las lágrimas y las sonrisas. Las alegrías y los lamentos.  Y no me da miedo porque he aprendido a vivir con eso.

Sólo dime que no me detendrás demasiado pronto. Que dejarás que siga siendo yo.
Aunque no te vayas demasiado lejos.


Chica Salada

sábado, 18 de enero de 2014

Mi bipolaridad

Siéntate, tenemos que hablar.
No me mires así, ya lo sabes,
no te puedo engañar.
Me he cansado de este juego bipolar.

Que por huir de las despedidas
No he querido adentrarme en nuevas avenidas,
Y apareciste tú,
Y rompiste mis esquemas y mis mentiras.

Hipotequé mis manías y mientras huía de los anillos
fuí pegándote a mi cama con celofán.
Y cuando no quería mirarte
te fui cosiendo sin darme cuenta a mi paladar

Y es que quiero que el café no te lo tomes en la taza al desayunar,
Quiero que viertas  chocolate en mi cuerpo al desnudarme,
Y quiero cortar las alas y ahogarme en el mar,
Pero si me ahogo, quiero que tú me salves.
Me protegí contra el invierno
pero no me vacuné de tus besos,
Y esto duele más de lo que pude imaginar.
Y tú no lo sabes.

Y  sin darme cuenta quise llenarte de acordes, y de besos.
Y rasgar tu espalda con las uñas que rasgo mi guitarra.
Pero que no sea ella la que grite por la noche en mi cama.
Entre mis sábanas de invierno.

Que el frío se quede sólo en el recuerdo
Y seas tú, y sea yo,
Quienes tiñan las mañanas de pegamento,
Y nos quedemos pegados en la almohada
Entre caricias, y el cemento
de las mentiras que una vez me dije a mí misma hagan efecto
Y me digas entre susurros esas palabras que tanto temo.

Y es que quiero que el café no te lo tomes en la taza al desayunar,
Quiero que viertas  chocolate en mi cuerpo al desnudarme,
Y quiero cortar las alas y ahogarme en el mar,
Pero si me ahogo, quiero que tú me salves.
Me protegí contra el invierno
pero no me vacuné de tus besos,
Y esto duele más de lo que pude imaginar.
Y es que creo que te quiero.
Y tú ya lo sabes.




Chica Salada

jueves, 9 de enero de 2014

Cambio de Paradigma

Que el frío me quema. Y me cuesta respirar. Y el corazón me pesa. Joder, que quiero volar. Que en este mundo mordaz no puedo decidir si vivir o morir una vez más. Que soy la princesa que va en tacones a la trinchera, a luchar cada día por una batalla ajena que he hecho mía. Por la utopía. Por mi verdad.

Y es que los días sólo se iluminan si miras al sol, si observas con una lupa no enjuiciada tu interior. Sin miedos ni culpas. Sin rencor. Joder, cuanto nos cuesta reconocer que también nosotros merecemos amor. Y alegría. 


Nos cuesta porque distorsionamos la realidad y la miramos con ojos que no miran. Y no. Yo cambiaré los grises por tatuajes llenos de color. Los miedos y corazas por espadas y valor. Y tu mirada. Y los melancólicos Domingos por salsa y bailes de salón. Y la perspectiva de la muerte por un camino lleno de ilusión. Que el calor y lo que das a los demás es lo que queda. Y las sonrisas y los besos. Que si nos convencemos podemos ser eternos en este mundo, y hacerlo nuestro.

Y dar gracias por respirar cada día. Y respirar una vez más. Y llorar; pero esta vez de amor y alegría.



Chica Salada

miércoles, 8 de enero de 2014

Ninguna

No me mires por mis tatuajes, por mi ropa o mi color de pelo. 
Mírame por como sonríes cuando te digo que te quiero. 
No me juzgues si un día te desquicio con mis mañías, 
quiéreme cuando te beso y siento que muero si no eres mía. 
No me apartes si te sorprendo a media noche en la penumbra, 
sabes que no he visto arte más bello que tu piel desnuda. 
Porque todo en tí es amor, es pasión, es deseo ferviente, 
son los rastros un amor que se encarna en un angel viviente.
Es la diosa de la Hermosura hecha carne en tu sonrisa y en tu dulzura. 
Es la luna.
Es el sol. 
Y es que, como tú, ninguna.





Chica Salada


martes, 7 de enero de 2014

Y así estoy yo

Como las preguntas que quedan en el aire sin responder. Como las mañanas que se despiertan con la niebla, o las hojas de los árboles a punto de caer. Así está mi temor. Y al acecho del mundo que espera inexorable su posición. Una vez más.

Y así estoy yo. Cuando te veo tan guapa, sin miedos ni justificación. Sin preguntas vacías, sin buscar las respuestas desmedidas de lo que podría ser. O de lo que no será. Porque da igual; Vives. No miras atrás mientras yo me pierdo en un sinfín de pensamientos y secretos sin fondo que no llegan a ningún lugar. Como la boca que ansía el beso que no se da. Como el viento que se apacigua cuando necesita silbar. Y así estoy yo. Perdido en el camino de la cronicidad, de los pasos distraídos y las batallas por encarar.  De los sueños que no puedes palpar, porque no están hechos para ti, quizás. O sí.

Gris. Así están mis miedos. Que mientras lucho, la vida a mis anhelos va a circuncidar. Y muero en vida soñando sin soñar. Respirando con el ápice del aliento de quien sabe que mañana morirá.  Y tú tan guapa, ajena a la guerra que he de batallar. De la respiración entrecortada, de las lágrimas por derramar. De los porqués sin respuesta. Y yo, queriendo compartir tu sonrisa.

Y así estás tú, ajena.


Y así estoy yo. Con mis pulmones y mi corazón en la mano. Como las preguntas en el aire que quedan sin respuesta.  Una vez más.
Chica Salada