Ni tus gustos o creencias son mejores que los de al lado.
Chica Salada
Besos con segundas intenciones pero sin segundas oportunidades. Únicos como las miradas que me susurran tequieros sin palabras mientras escribo tu espalda a besos al despertarme.
Te quiero a mi lado, y aún no sabes que el aroma de tu cuerpo es lo que necesito para emocionarme, para sentir de nuevo, para ilusionarme y entregarte esa parte de mi que nunca supe descubrir a nadie. Que nunca quise regalar. Esa pieza, recubierta de oro y cristal, preciada cual diamante, encerrada en la cámara acorazada de mis dudas. De mi más fuerte personalidad. De mis miedos y desaires.
Que la vertiginosa marea de mi mente frena cuando respiro tu mismo aire. Cuando mis sábanas saben a tu piel y mis manos pueden acariciarte. Que las dudas infinitas se convierten en nadie con tus abrazos. Con los besos impregnados del amor y la pasión de los arañazos incesantes.
Y es que vuelvo a sonreir. Al sentir que rozan, vergonzosas, las tintas de nuestros tatuajes. Que las curvas de mi cuerpo se dibujan con las yemas de tus dedos que despiertan, insinuantes, mis pasiones y mis anhelos. Y no sabes lo que necesitaba eso.
Rescatas de mí lo que el tiempo ha tapado con rencor. Y mirarte es la llave para que mutuamente nuestras heridas sanen. Para que se apacigüen nuestros miedos y con besos pueda llegar de nuevo, a enamorarme.
Que esta carta podría decirse que es toda una declaración, de lo que mis miedos no me permitirán decirte, pero escribiré cada mañana en tu espalda con besos al despertarme.