Tengo la vida al ras de los labios y la boca me sabe al humo de los inviernos que han pasado por aquí.
Aún siento los casquillos enquistados en la herida,
sigue viniendo el recuerdo a visitarme y empiezo a entender
que ya forma parte de mí.
Soy lo que soy,
Y lo que fui.
Aún construyo con mis manos un futuro a ciegas entre el verde y el gris.
Y bailo entre el sol y la lluvia,
sin paraguas y con el miedo bajo el brazo, como quien conserva su secreto más preciado.
Y tal vez.
Ya he perdido tanto
que no me da miedo a seguir perdiendo.
No sé.
Quizá por eso sólo me queda un camino:
Sigo bailando.
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