Echaré de menos volverte a ver. Alzar la cabeza, mirar tus
ojos verdes, y sonreírte.
Dejar escapar risas tímidas cuando rozas mi piel, o cuando
pasas por mi lado. Algo que parece insignificante,
pero que no es en vano. Echaré de menos tu sonrisa y tu melancolía. Tus
suspiros al aire y tus miradas a ningún
lugar. Echaré de menos el amor sin
nombre que proclamaste. Y tu amistad.
Echaré de menos los paseos que nunca dimos, las tardes acurrucados
que no pasamos. Las películas con palomitas, las emociones y los llantos. Echaré de menos todo eso que soñé y que no ha
pasado. Eso que quedó en algún lugar, entre mi recuerdo y mi ilusión, perdido,
en mi cerebro, agazapado.
Echaré de menos el beso tras aquella despedida, marchita,
escueta y sombría, que separó nuestros
pasos. Quizás no estábamos hechos el uno para el otro. O quizás se perdió todo
por egoísmos mal argumentados. Tal vez sólo no era nuestro momento, y morirá
ese amor, esperando.