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jueves, 20 de diciembre de 2012

Hoy soñé


Hoy soñé con él... Aunque no tenía cara. Eran simplemente unos brazos que me abrazaban. Unas miradas sostenidas al límite de mi agonía, que me tranquilizaban.

Daría lo que fuera por no tener el alma herida. Mas no hay un momento que no recuerde, no hay un solo día que no piense dónde se quedó ese alma de niña.

Hoy soñé que me arropaban, que me basaban dulcemente y dulces mis sueños encontraba. Qué recuerdos infantiles, qué añoranzas arrancadas.

Hoy soñé que le tenía. Y que no había obstáculos ni recovecos, errores o frustraciones incomprendidas… Ilusiones rotas que se llevaron los recuerdos, los deseos, las llamas encendidas.




Y encontraba lo que añoraba: Una explosión de emociones con solo una mirada de cariño. Un enamorarse de situaciones y recuerdos y no de alguien o algo físico. Mi mirada nunca ha pretendido mas que otra mirada que le acompañe en el camino. Mi mano, una mano amiga, tendida, y mi hombro otro hombro que soportar el sacrificio. 

Un ápice de comprensión en un mundo indiferente a los vivos, una mirada de ternura en un mundo yerto y frío. 

viernes, 14 de diciembre de 2012

Felicidades, papá.


No podría pensar en todo lo que he conseguido, si no fuera al lado de dos personas. Y una de ellas, por supuesto, es mi padre.  Gran parte de lo que soy se lo debo a él. A sus enseñanzas, a su forma de mostrarme el camino. A sus lecciones y a sus charlas. A su forma de quererme y darme alas.

No cualquier padre hubiera hecho frente a lo que tuvo que hacer él al tenerme. Y él, sin embargo, lo hizo. Y nunca podré agradecerle totalmente esa decisión de seguir conmigo. De seguir a mi lado y luchar por mí, por darme un futuro, una vida, por luchar por un sueño que día a día, se hace realidad.

Por seguir luchando día a día por su familia. Por nosotras. Por que sigamos siendo uno pese a cualquier adversidad. Por su manera humilde y silenciosa de decirnos que nos quiere con locura. Más allá incluso de lo que podamos imaginar.

Eres la responsabilidad en persona. La entereza,  la ayuda y el darse a los demás. Todo eso lo he aprendido de ti. El altruismo personificado, no hay más. Me has enseñado grandes lecciones de vida con tus palabras, papá, pero con tus actos  me has enseñado más.

Eres también el genio y la seriedad. Pero tus ojos delatan la emoción que contienen. Siempre estaré enamorada de esos ojos azules, papa, que lejos o cerca, allá donde vaya, siempre estarán.

Nunca voy  a olvidar mis momentos contigo siendo pequeña. Todo lo que has hecho por mí.. Todos los juegos, pasando casi tardes muertas. Todas las veces que, cuando te ibas a trabajar, te despedí. Todos los viajes a Madrid, yo durmiendo en el asiento de atrás. Todos los papeleos, todo el "trajín"... Todas las sonrisas que me regalaste y cómo me hacías sonreir.

Estoy llorando como tonta escribiendo estas palabras porque ahora mismo no puedo tenerte. Me gustaría poder darte un abrazo por tu cumpleaños,  y decirte todas esas cosas que la distancia, los enfados y el orgullo a veces no me permiten decir.

Pero sabes que te quiero,  y que siempre te querré. Que el amor no se disuelve por mucho cemento que le eches, por mucho sufrimiento o muchas vueltas que de la vida. Por mucho que se separen los caminos, de una u otra forma, más allá de la vida y de la muerte, te querré.

Nunca voy a olvidar tu sonrisa, papá. Y de hecho me gustaría más seguir viéndote sonreír. No dejes de hacerlo nunca, aunque sea por esas niñas, que aprendieron a sonreir gracias a tí.



Eres la tabla de madera a la cual, cuando mi marea crece, me quiero agarrar.

Y me querré agarrar siempre.

Te quiero, papá.

Sueños


Dejaría todo a un lado por volverte a ver. Por sonreir tan solo con rozar tu piel. Por mirar tus ojos claros, abrazarte, besar esos labios que me arden, que me saben a dulce miel.

Sueño con volver de nuevo al lugar donde nos encontramos. Al lago incierto de los llantos, de los recuerdos, de los besos alados.

De las caricias y de los recuerdos. Esos recuerdos que me pesan tanto.

Sobre todo porque no los vi. Porque no los tuve a mi lado.  Recuerdos que a mi pesar quedarán agazapados. Perdidos, inertes… entre mi consciente y mi inconsciente, buscando salir  a flote en un mundo que no es, que no quiere encontrarlos.

Sueños de almohada por la noche, risas en los recuerdos, y con las fotos, llantos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Nos merecemos ser feliz

Acabo de recibir una llamada de una persona muy especial. Uno de los mejores amigos que se pueda tener, casi un hermano. Quise dedicarle una entrada hace tiempo ya, pero no tuve ocasión. Ahora sus palabras me han hecho reflexionar. Ha llegado el momento de dedicársela.

"No te cierres. Nos merecemos ser feliz". Corto, breve, intenso. Apenas unas palabras que me han llegado al corazón. Qué razón llevas, Fran.


Nos cerramos. Claro que nos cerramos. Constantemente, además. Por miedo, por inseguridad, por orgullo... mil cosas pueden aparecer en nuestra mente en un solo segundo: Miedo al rechazo, a quedar mal, a sentir demasiado, a sufrir, miedo al exceso de responsabilidad, ansiedad por no saber qué camino escoger,  por perder, corazas de orgullo para salvaguardar nuestra sensibilidad... Enfin.


Con ello no conseguimos mas que perder oportunidades de ser feliz. Poco a poco, va pasando nuestra vida y si echamos la vista atrás podemos ver cuántas ocasiones hemos perdido por no decidirnos a actuar. Por no dejar el miedo a un lado. Por no saber apartar el orgullo cuando era necesario.


Merecemos ser feliz. Joder, claro que sí. Merecemos esas sonrisas que otra persona nos puede regalar. Merecemos esa satisfacción que sólo haciendo lo que enteramente nos llena, podemos sentir. ¿Por qué negárnosla? Luego echamos la culpa a los demás, cuando somos nosotros los primeros que nos ponemos límites, que nos negamos la oportunidad a sonreír.



Adversidades. Claro que habrá adversidades. Claro que la vida es difícil, dura a veces, injusta e irónicamente cruel. Pero nosotros podemos elegir cómo afrontarlo, qué camino escoger. Centrarnos en lo malo que nos ocurre o mirar alternativas para salir a flote,  coger una mano amiga o luchar por aquello en lo que creemos, con lo que podemos ser feliz. Porque podemos, claro que podemos. Porque somos fuertes y sólo tenemos que saberlo.

Que por miedo a sufrir y por orgullo nos negamos lo que nos merecemos. Nos negamos a intentarlo. Y nos lo merecemos, y mucho. La vida es un continuo de oportunidades que podemos escoger. Podemos tener lo que queremos, si luchamos por ello.



Que ni el miedo ni el orgullo nos impida nunca hacer nada. Todo puede pasar, ¿quién nos dice que no? No seamos nosotros mismos los que nos cerremos.

Gracias por tus palabras, Fran.