No
podría pensar en todo lo que he conseguido, si no fuera al lado de dos
personas. Y una de ellas, por supuesto, es mi padre. Gran parte de lo que soy se lo debo a él. A
sus enseñanzas, a su forma de mostrarme el camino. A sus lecciones y a sus
charlas. A su forma de quererme y darme alas.
No
cualquier padre hubiera hecho frente a lo que tuvo que hacer él al tenerme. Y
él, sin embargo, lo hizo. Y nunca podré agradecerle totalmente esa decisión de
seguir conmigo. De seguir a mi lado y luchar por mí, por darme un futuro, una
vida, por luchar por un sueño que día a día, se hace realidad.
Por seguir
luchando día a día por su familia. Por nosotras. Por que sigamos siendo uno
pese a cualquier adversidad. Por su manera humilde y silenciosa de decirnos que
nos quiere con locura. Más allá incluso de lo que podamos imaginar.
Eres la
responsabilidad en persona. La entereza,
la ayuda y el darse a los demás. Todo eso lo he aprendido de ti. El altruismo
personificado, no hay más. Me has enseñado grandes lecciones de vida con tus
palabras, papá, pero con tus actos me has
enseñado más.
Eres
también el genio y la seriedad. Pero tus ojos delatan la emoción que contienen.
Siempre estaré enamorada de esos ojos azules, papa, que lejos o cerca, allá
donde vaya, siempre estarán.
Nunca voy a olvidar mis momentos contigo siendo pequeña. Todo lo que has hecho por mí.. Todos los juegos, pasando casi tardes muertas. Todas las veces que, cuando te ibas a trabajar, te despedí. Todos los viajes a Madrid, yo durmiendo en el asiento de atrás. Todos los papeleos, todo el "trajín"... Todas las sonrisas que me regalaste y cómo me hacías sonreir.
Estoy
llorando como tonta escribiendo estas palabras porque ahora mismo no puedo
tenerte. Me gustaría poder darte un abrazo por tu cumpleaños, y decirte todas esas cosas que la distancia,
los enfados y el orgullo a veces no me permiten decir.
Pero
sabes que te quiero, y que siempre te
querré. Que el amor no se disuelve por mucho cemento que le eches, por mucho
sufrimiento o muchas vueltas que de la vida. Por mucho que se separen los
caminos, de una u otra forma, más allá de la vida y de la muerte, te querré.
Nunca voy a olvidar tu sonrisa, papá. Y de hecho me gustaría más seguir viéndote sonreír. No dejes de hacerlo nunca, aunque sea por esas niñas, que aprendieron a sonreir gracias a tí.
Eres la
tabla de madera a la cual, cuando mi marea crece, me quiero agarrar.
Y me
querré agarrar siempre.
Te
quiero, papá.