Un café no dice nada, pero esas miradas furtivas se
escapaban, esos suspiros al aire mandados a los besos que dimos a nadie, se
buscaban. Yo lo sabía. Y tú lo sabes.
Los kilómetros se desvanecieron y dejaron paso a los abrazos
y las sonrisas. Los paseos y las miradas. Los recuerdos. Las risas.
Nuestras vidas paralelas se surcaron en silencio. Nuestro cariño creció por momentos y nuestras
vidas, más unidas y entrelazadas, calladas en silencios, en amistades fingidas
y en pequeños y escondidos sueños. Suspiros en las fotos y sonrisas en los
recuerdos.
Y al final, como peces ansiosos de beber vida, se rozaron
nuestros labios cual elixir deseoso. Anhelantes de la fragancia de los besos,
de las caricias, porque un cuerpo necesitaba del otro. El tiempo que perdimos lo recuperamos
por momentos, y nuestros besos parecía
que quedaban sin aliento. Los abrazos dieron paso a la ternura y el calor de tu
cuerpo, a tus gestos dulces y sinuosos, a nuestra respiración, jadeante. Y a
nuestra mirada, que hablaba en silencio.
Y no obstante, al
abrazarte, sé que aquí acaba el cuento. Nuestras vidas seguirán paralelas pues somos
peces de distinto cuenco. Somos peces de agua dulce nadando en un mar muerto.
Que encontraron en las sábanas un mar de agua salada, donde nadar, juntos,
sin importar el viento.
Y finalmente quedará
el olor a aquellas rosas que me recordará
la primavera de esa noche, cuando se encontraron nuestros besos y
hablaron las miradas que habían permanecido calladas durante tanto tiempo. Cuando dos peces de agua dulce se encontraron en sábanas saladas, que quedarán en el recuerdo.
Me encanta tu forma de escribir, y de hacer metáforas. Me quedo con "Somos peces de agua dulce nadando en un mar muerto. Que encontraron en las sábanas un mar de agua salada, donde nadar, juntos, sin importar el viento"
ResponderEliminarPreciso :)