Nunca quisiste ser. Nunca te dejaron ser.
Se adueñaron de tus zonas erógenas para amedrentarte.
Para servir a sus distracciones mientras te decían
que todo era un juego.
Que estaba bien.
Que debías obedecer.
Sentiste asco. Y miedo, mucho miedo.
Descalificaron tu vergüenza y tú
Te culpaste por ello.
Te hicieron creer
que no podrías encontrarte a ti misma.
Nunca.
Que nadie te tocaría como lo hacían ellos.
-Y ojalá-
Te dijeron que no serías capaz
Te buscaste y te perdiste
entre sus orgasmos y miradas lascivas.
Tú, que confiabas en ellos.
Olvidaste quién eras,
desconcertada entre sus mentiras
y abusos de confianza.
Te tiraron al arcén,
con ganas de que te pudrieras
pero tú, niña,
te marchaste, sin mirar atrás
y cortaste los hilos que tejieron
en tu vergüenza y en tu miedo.
Y en otras zonas de tu cuerpo.
Y ahora, pese a que no conocías el concepto de soñar
y que forjaste anhelos de alambre con tu vulnerable fortaleza,
gritaste a los cuatro vientos, has aprendido a ser
y eres toda una mujer. Los dejaste atrás.
Pudiste más que ellos.
Pudiste más que ellos.
Sofía Reguillos
No hay comentarios:
Publicar un comentario